Martes 21 de junio, 19:30 hrs.
Centro Cultural Gabriela Mistral (sala A1)
Centro Cultural Gabriela Mistral (sala A1)
Av. Alameda 227, Santiago
Entrada liberada
Entrada liberada
La música del Renacimiento buscaba reflejar la perfección divina. El lenguaje ideal para esto era el contrapunto y el coro el instrumento adecuado. El elemento vocal era tan importante que los instrumentos buscaban imitarlo en vez de comportarse idiomáticamente. Más aún, los lutieres construían consorts de instrumentos como coro: desde el instrumento más grave hasta el más agudo, buscando que armonizaran entre sí para interpretar el contrapunto adecuadamente.
Sin embargo, alrededor del 1600, en Florencia, se produjo una de las reformas más radicales en la historia de la música. Al revivir los valores clásicos, y con ello el drama griego, se concluyó que el melodrama, la monodia, era la única música verdadera. Así fue que el concepto del solista desplazó al coro y dio paso a un desarrollo técnico y expresivo sin precedentes. Para que se entendiera bien el texto tenía que ser interpretado por un solista y éste, a su vez, debía estar acompañado de una manera austera para no interferir con la inteligibilidad. Las voces expresaban de manera óptima los afectos humanos y los compositores buscaban nuevos medios para expresarlos. Los instrumentos también tuvieron un desarrollo inimaginable, apareciendo piezas musicales que se escribían idiomáticamente; es decir, aprovechando y potenciando las posibilidades virtuosas y expresivas del instrumento en particular para el cual se estaba escribiendo. Los constructores de instrumentos cambiaron su orientación, aplicándose a crear instrumentos solistas de sonido noble y expresivo, y con mejores posibilidades técnicas.
La música de cámara comenzó a utilizar madrigalismos, figuras retóricas o figuras que realzan el “afecto” de la música. Los acordes arpegiados, por ejemplo, siempre están relacionados con la alegría. Pasos cromáticos de seis notas, tanto ascendentes como descendentes, simbolizan en cambio el affectus tristitiae, el afecto de la tristeza. La música absoluta ―que no tiene texto― logra conmovernos a través de estas figuras musicales, que si bien en apariencia resultan abstractas, conforman un lenguaje implícito muy concreto, el cual puede ser inferido al conocer las figuras o simplemente entregándose a los afectos.
El presente programa es una muestra de un arte ya maduro en este aspecto, que nos habla sin tener un texto explícito, que evoca los afectos y que hace gala de un avanzado virtuosismo técnico.
Alejandro Reyes
Programa
Johann Heinrich Schmelzer (c. 1623-1680)
Trío sonata en re menor para violín, viola da gamba y bajo continuo
August Kühnel (1645-c. 1700)
Aria para viola da gamba y bajo continuo sobre “Herr Jesu Christ, du höchstes Gut”
Samuel Capricornus (1628-1665)
Ciaccona en re mayor para violín, viola da gamba y bajo continuo
Georg Muffat (1653-1704)
Sonata en re mayor para violín y bajo continuo
Philipp Heinrich Erlebach (1657-1714)
Trío sonata en mi menor para violín, viola da gamba y bajo continuo
Dietrich Buxtehude (c. 1637/39-1707)
Trío sonata para violín, viola da gamba y bajo continuo, op. 1 nº 3 en la menor
Intérpretes:
Oriana Silva, violín
Florencia Bardavid, viola da gamba
Alejandro Reyes, clavecín
Johann Heinrich Schmelzer (c. 1623-1680)
Trío sonata en re menor para violín, viola da gamba y bajo continuo
August Kühnel (1645-c. 1700)
Aria para viola da gamba y bajo continuo sobre “Herr Jesu Christ, du höchstes Gut”
Samuel Capricornus (1628-1665)
Ciaccona en re mayor para violín, viola da gamba y bajo continuo
Georg Muffat (1653-1704)
Sonata en re mayor para violín y bajo continuo
Philipp Heinrich Erlebach (1657-1714)
Trío sonata en mi menor para violín, viola da gamba y bajo continuo
Dietrich Buxtehude (c. 1637/39-1707)
Trío sonata para violín, viola da gamba y bajo continuo, op. 1 nº 3 en la menor
Intérpretes:
Oriana Silva, violín
Florencia Bardavid, viola da gamba
Alejandro Reyes, clavecín
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