Fallece el destacado organista nacional Luis González Catalán. Otra gran pérdida para Chile y la música.


En MÚSICA ANTIGUA EN CHILE nos unimos a las demostraciones de pesar por el reciente fallecimiento del maestro Luis González Catalán, Organista, Clavecinista, Compositor, Organero, Profesor de varias generaciones de Músicos, quien fue un concertista y gran conocedor de la obra de J. S. Bach.

Sus restos están siendo velados en la Catedral de Melipilla. El viernes 7 de febrero a las 16:00 horas se realizará su misa de exequias.

7 comentarios:

Jorge Castro de la Barra dijo...

Sí, una pérdida tremenda para la cultura del país, que tanta falta le hace. Ya hace unos años se había ido otro gran maestro organista y profesor del Conservatorio de Música de la Universidad de Chile, don Miguel Letelier.
Lucho González será recordado no solo por su virtuosismo, sino por su gran calidad humana, su sencillez libre de aires de divo.
Oro por el descanso de su alma ya en la eternidad.

Jorge Castro de la Barra dijo...

Sí, una pérdida tremenda para la cultura del país, que tanta falta le hace. Ya hace unos años se había ido otro gran maestro organista y profesor del Conservatorio de Música de la Universidad de Chile, don Miguel Letelier.
Lucho González será recordado no solo por su virtuosismo, sino por su gran calidad humana, su sencillez libre de aires de divo.
Oro por el descanso de su alma ya en la eternidad.

Unknown dijo...

Una gran pérdida para la música sacra en Chile. Se fue un gran ser humano.
Mis sinceras condolencias a su familia y amigos Alejandro Reyes y Carlos Weil. Les mando un fuerte abrazo consolador.
Rosi Althausen

The Broken Consort - Chile dijo...

la música esta de Luto... que gran e irreparable pérdida para nuestro país, se fue un grande un MAESTRO y admirable, gracias Lucho por tanto, por tanta entrega... tus amigos te recordaremos siempre, la música que con gran bondad nos regalaste un honor fue conocerte por tantos años un gran abrazo a tu familia y amigos en la música!

Unknown dijo...

Fui alumno de Lucho, me convertí en su amigo. Me dió clases, me enseñó de todo lo que sabía. Trabajamos juntos, viajamos juntos y aprendí y conocí del mundo de la música y del mundo de la realidad de los músicos.
Lo conocí en 1992 en Morelia, tocó en el Festival Internacional de Órgano en sus tiempos mozos (de ambos); en 1994 me invitó a estudiar con el a Santiago y con él estudié. Los años pasaron, el se hizo Master y luego PhD. solamente requería el "Papel"; lo recuerdo bien, porque cuando se fue a Texas yo estuve platicando con Lucho y lo empujé a que aprovechara la oportunidad que en algún momento Roy le propuso.
Me invitó de su mesa y constantemente de las mieles de curacaví, empanadas de no recuerdo donde, pero cerca de Melipilla (gigantes algunas). Me compartió de sus pianos y una pieza en su casita en Culiprán. Me enseñó de religiosidad, aprendí "harto" pero no soy religioso.

Teníamos largas discusiones porque no paraba de dar clases, ya sea a las monjas de aquí y de allá (una delicia acompañarlo, mientras esperaba afuera estudiando algo, el daba clase y me invitaban luego a comer, suculenta la comida de monj(a/e)s. No descansaba. Cada fin de semana viajaba por bus a Concepción, toda la noche, para ir a dar clase. Los domingos no paraba: Las Condes, La FACH, Luterana, el Centro, Fundo de Agustin Edwards... desde la madrugada hasta la tarde. Mas clases entre semana, muchos alumnos no tenían para pagar, Lucho les perdonaba la paga a cambio de una lección bien estudiada.
Lucho me enseñó a mezclar la cerveza con la fanta y me dijo que era "FanSchop", aún no estoy seguro de que eso realmente exista per-se y hoy aún preparo "FanSchop" y cada que lo preparo, me acuerdo de Lucho.
Estuvimos en Suiza, México, Chile y Alemania; recorrimos grandes órganos y grandes personalidades.
Nunca se me olvidará cuando fuimos a Weingarten a "ver" el Gabler en la Abadía. Con ver pensaba en solo contemplar. Lucho, en su infinita colección de amigos, contactos y conocidos, en algún momento desapareció y volvió con un "hermano" y las llaves para acceder al órgano, entonces tocamos por un buen rato, ese fue el invierno 1999 visperas a 2000.
Podría seguir y seguir platicando de Lucho y los casi 30 años que duró nuestra amistad, pero creo que la nostalgia terminó por enmudecer mis dedos.
Gracias Lucho.

Anónimo dijo...

La partida del profesor deja varios huérfanos de la música, como él, no hay y no habrá otro. Siento no haber podido tener más clases con él, por tema de tiempo, no haber aprovechado ese tesoro de conocimiento que él fue, era tanto lo que tenía para enseñar y dar, nunca, nunca decía que no, siempre ahí, como profesor, como amigo, como consejero.
Todo, todo para la Gloria de Dios, esa era su respuesta, cada vez que le decía, profesor, no se exija tanto, pero la música, era su vida, y enseñarla su vocación. Con un oído, yo podía estar tocando y él en algún lugar algo distante y desde allá me decía, haber que paso con esa nota, y yo quedaba asombrada que a la distancia podía corregidme. Es por ello, que desde donde este y de seguro que esta feliz tocando, le pido que me ayude y corrija, pues, por él, por el amor que me enseño y entregaba por la música sacra, intentare seguir su ejemplo, claro que sin él no será fácil y tomara tiempo, pero lo intentare. Quien sabe, tal vez a su ejemplo salga una mujer organista

Unknown dijo...

Querido Lucho, organista y organero, se fue con la sencillez cristiana de su fe gigante, y el silencio de la Iglesia a la que dio su vida.