Templo Mayor de Campus Oriente UC
Av. Jaime Guzmán 3300, Providencia
Entrada liberada
Claudio Monteverdi (1567-1643)
IV libro de madrigales (1603)
Ah, dolente partita! (texto: G. B.Guarini)
Cor mio, mentre vi miro! (G. B. Guarini)
Cor mio, non mori? E mori!
Sfogava con le stelle (O. Rinuccini)
Volgea l’anima mia soavemente (G. B. Guarini)
Anima mia, perdona (G. B. Guarini)
Che se tu se’ il cor mio (G. B. Guarini)
Luci serene e chiare
La piaga c’ho nel core
Voi pur da me partite, anima dura (G. B. Guarini)
A un giro sol de’ begl’ occhi lucenti (G. B. Guarini)
Ohimé! se tanto amate (G. B. Guarini)
Io mi son giovinetta (G. Boccaccio)
Quel augellin, che canta (G. B. Guarini)
Non piú guerra, pietate (G. B. Guarini)
Sí ch’io vorrei moriré
Anima dolorosa che vivendo
Anima del cor mio
Longe da te, cor mio
Piagn’e sospira, i quand’i caldi raggi
Intérpretes:
Estudiantes de la Carrera de Canto IMUC (profesor: Rodrigo del Pozo):
Vanessa Rojas, soprano
Javiera Lara, mezzo
Diego Arellano, tenor
Pablo Santa Cruz, barítono
Invitados:
Javiera Saavedra, soprano
Bryan Ávila, tenor
Catalina Menares, narradora
Dirección: Víctor Alarcón
Notas al programa
La primera década del siglo XVII es un tiempo de grandes transiciones en el arte. El equilibrio formal e ideal apolíneo del Renacimiento, poco a poco, deja paso a un estilo nuevo, poblado de contrastes, claroscuro y teatralidad. En la música esta transición fue admirablemente liderada por uno de los genios vanguardistas más importantes de todos los tiempos: Claudio Monteverdi. En los mismos años en que Cervantes publica la primera parte de El Quijote (1605), cambiando las formas narrativas y fundando así la novela moderna, Monteverdi emprende un viaje lleno de imaginación y descubrimientos entre la llamada prima pratica (polifonía contrapuntística vocal) a la seconda pratica (discurso vocal de melodía acompañada por bajo continuo). Su ideal “primo la parola, dopo la música”, desarrollado principalmente en sus ocho libros de madrigales, lo lleva a un destino inevitable, la composición de la primera ópera: Orfeo (1607).
El madrigal nace como un género poético, principalmente amoroso, en el cual los compositores, generalmente comprometidos con cargos musicales en la Iglesia y en la corte, encontraron un nicho donde expresar sus sentimientos y búsquedas artísticas más profundas. Los textos de Dante, Boccaccio, Petrarca, Rinuccini, Guarini y otros grandes poetas humanistas les permitían experimentar musicalidades donde, la “descripción” del texto poético y el “afecto” de las palabras, les abría horizontes inusitados. Así, todo lo que no podían explorar en la música de iglesia, en el madrigal encontraba gozo y profundidad. Las armonías y formas se volvieron osadas, pobladas de disonancias diatónicas y cromáticas, en medio un discurso homofónico, alejado del exceso de polifonía y politextualidad.
En su libro cuarto de madrigales, a cinco voces (1603), Monteverdi da pasos importantes en su transición. Sus libros anteriores aún están ligados fuertemente a la tradición polifónica. En el cuarto libro, en cambio, se aprecia un discurso más homofónico, con líneas más puras y la inclusión de disonancias duras sobre ciertas palabras. Provocan fuerte impresión los madrigales donde deja a los intérpretes la solución rítmica de ciertos versos, invitando a un canto “recitado”. Los textos de Boccaccio, Rinuccini y Guarini son abordados con sentido de ciclo. El amor y el desamor son tratados en toda su complejidad, desde la alegría del compartir al dolor de la despedida y el abismo de la soledad, llegando hasta lo último posible, la idealización del sentimiento ante la muerte: “La muerte como único amor, el romance final que se incuba en el silencio del corazón”.
En la tradición del amor inalcanzable, de Dante por Beatrice y Petrarca por Laura, las voces, magistralmente guiadas por Monteverdi, están siempre cargadas del dramatismo y fatalidad que el amante siente al perder la libertad e independencia, ante ser amado.
Víctor Alarcón
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