En Francia, entre Lully y Rameau, apareció una serie de compositores que cultivaron un arte operístico de tinte italiano. Por otro lado, los maestros de capilla seguían componiendo obras religiosas. Entre el final del siglo XVII y principios del XVIII los creadores que se destacaron fueron Charpentier, Colasse y Desmarets, que se exilió en España. Un creador brillante de la época, Campra, rechazó el estilo cargado de Lully proponiendo naturalidad a las óperas. Compuso también óperas-ballets como Las Fiestas Venecianas. Otros compositores de renombres fueron Michel Pinolet de Montéclair, André Cardinal Destouches, Gervais, Colin de Blamont y Mouret. Junto a la ópera, en Francia se reconoce la influencia de las cantatas italianas, a las que los compositores locales sumaron sus propias experiencias, canciones que dieron origen al vodevil como género. Esta forma musical evolucionó desde la música de cámara hasta alcanzar las dimensiones de un montaje operístico.
Ópera cómica
Es uno de los principales aportes franceses al género operístico. Proviene de la ópera bufa italiana y fue estimulada por ella. Su origen nos lleva a la Feria de Saint-Germain que, en Carnaval, presentaba los espectáculos más elitistas de la época. Frente al éxito de obras como La sierva patrona de Pergolesi, Philidor desorienta a los seguidores con una ópera cómica (Blas el remendón) a la que siguieron otros aciertos. Monsigny, autor de El Rey y el granjero y El desertor fue uno de sus contemporáneos. Otro destacado del género fue André Modeste Grétry, de apodo el Pergolesi francés, autor de un extenso catálogo de óperas cómicas, entre las que destacamos El Hurón y Ricardo Corazón de León.
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