Ernesto Quezada
Corrían los grises años de mediados de los 70’. El Conjunto de Música Antigua de la PUC se había desmembrado y varios intérpretes especializados salieron del país, a trabajar, o a seguir sus estudios. A nivel internacional era el boom del movimiento y en Chile, los que nos quedamos comenzamos a organizarnos para mantener la actividad; a fines de esa década nació la Sociedad Chilena de Música Antigua (SCHMA), de corta pero fructífera existencia . Conciertos y jornadas, varias de ellas con presencia de importantes nombres a nivel internacional, fueron organizados por la SCHMA, la que incluso alcanzó a publicar unos pocos boletines que circulaban entre sus socios y simpatizantes que llegaron a sumar más de un centenar. Uno de los resultados más valiosos de esa labor fue la integración de las danzas antiguas al movimiento de interpretación, por lo no que no fue raro que dos agrupaciones se proyectaran en las décadas siguientes: el Taller de Danzas Antiguas, que lideró la recordada Sara Vial, y el conjunto Syntagma Musicum. La idea de formar esta agrupación, que integraba originalmente a músicos con trayectoria en este ámbito y jóvenes valores, rondaba desde un principio en la SCHMA que pretendía renovar la escena de la Música Antigua.
Alrededor del año 77 o 78 Ernesto Quezada llegaba después de algunos años de perfeccionamiento, en el laúd, en la Schola Cantorum de Basilea. Recuerdo que asistimos a uno de sus conciertos en la Escuela Moderna de Música, y al término de éste le propusimos se integrara a nuestro conjunto en formación. Al principio Ernesto se mostró algo reticente, pues planeaba desarrollar una actividad de solista, pero pronto reconsideró nuestra invitación y se integró al núcleo original en el que finalmente permanecimos Miguel Angel Aliaga, Julio Aravena, Ernesto Quezada y Víctor Rondón. En 1978 dimos nuestro primer concierto y, dos años más tarde, nos incorporamos como grupo estable a la entonces Universidad Técnica del Estado, hoy Universidad de Santiago de Chile.
Ernesto nos acompañó en esa primera década de profesionalización de nuestra agrupación; realizamos las primeras grabaciones (en cassete) y giras nacionales e internacionales. Fue un período de búsqueda en el repertorio e instrumentos; esa primera década tocábamos música desde la Edad Media hasta el Preclasicismo. Llegamos a tener una gran variedad de instrumentos y todos tocábamos tres o cuatro en el mismo programa. Paralelamente, Ernesto iniciaba su destacadísima labor como maestro de guitarra en la Universidad de Chile, y a tal labor dedicaba la mayor parte de su tiempo, incluso en fines de semana y vacaciones. Fue así que en el año 90 dejó nuestro grupo para dedicarse exclusivamente a tal ministerio. Seguramente en los días sucesivos se destacará esa labor que ha llevado a nuestro país a ser reconocido como exportador de grandes guitarristas. Pero su amor por la música antigua siguió en dos líneas no menos importantes: una fue la edición de repertorio antiguo editado para guitarra, labor publicada tanto en Chile como en el extranjero; la otra fue incorporar a la formación de sus guitarristas algunos cursos de formación y práctica en tablaturas e instrumentos de cuerdas antiguos. Muchos de nuestros actuales especialistas surgieron de allí.
Luego de su alejamiento después de 12 años de labor conjunta, nuestro contacto fue esporádico, aunque siempre se mantuvo el afecto y la nostalgia por las vivencias y experiencias compartidas en esa época.Su legado, sin duda, permanecerá durante mucho tiempo en nuestro medio. Y en nuestra memoria, su presencia y afecto por esos años compartidos alrededor de la música antigua en nuestro conjunto Syntagma Musicum. Hoy no es tiempo para anécdotas, que las hubo, y muchas, sino para expresar nuestra tristeza por su partida. Ernesto: gracias y nos vemos.
Syntagma Musicum
Alrededor del año 77 o 78 Ernesto Quezada llegaba después de algunos años de perfeccionamiento, en el laúd, en la Schola Cantorum de Basilea. Recuerdo que asistimos a uno de sus conciertos en la Escuela Moderna de Música, y al término de éste le propusimos se integrara a nuestro conjunto en formación. Al principio Ernesto se mostró algo reticente, pues planeaba desarrollar una actividad de solista, pero pronto reconsideró nuestra invitación y se integró al núcleo original en el que finalmente permanecimos Miguel Angel Aliaga, Julio Aravena, Ernesto Quezada y Víctor Rondón. En 1978 dimos nuestro primer concierto y, dos años más tarde, nos incorporamos como grupo estable a la entonces Universidad Técnica del Estado, hoy Universidad de Santiago de Chile.
Ernesto nos acompañó en esa primera década de profesionalización de nuestra agrupación; realizamos las primeras grabaciones (en cassete) y giras nacionales e internacionales. Fue un período de búsqueda en el repertorio e instrumentos; esa primera década tocábamos música desde la Edad Media hasta el Preclasicismo. Llegamos a tener una gran variedad de instrumentos y todos tocábamos tres o cuatro en el mismo programa. Paralelamente, Ernesto iniciaba su destacadísima labor como maestro de guitarra en la Universidad de Chile, y a tal labor dedicaba la mayor parte de su tiempo, incluso en fines de semana y vacaciones. Fue así que en el año 90 dejó nuestro grupo para dedicarse exclusivamente a tal ministerio. Seguramente en los días sucesivos se destacará esa labor que ha llevado a nuestro país a ser reconocido como exportador de grandes guitarristas. Pero su amor por la música antigua siguió en dos líneas no menos importantes: una fue la edición de repertorio antiguo editado para guitarra, labor publicada tanto en Chile como en el extranjero; la otra fue incorporar a la formación de sus guitarristas algunos cursos de formación y práctica en tablaturas e instrumentos de cuerdas antiguos. Muchos de nuestros actuales especialistas surgieron de allí.
Luego de su alejamiento después de 12 años de labor conjunta, nuestro contacto fue esporádico, aunque siempre se mantuvo el afecto y la nostalgia por las vivencias y experiencias compartidas en esa época.Su legado, sin duda, permanecerá durante mucho tiempo en nuestro medio. Y en nuestra memoria, su presencia y afecto por esos años compartidos alrededor de la música antigua en nuestro conjunto Syntagma Musicum. Hoy no es tiempo para anécdotas, que las hubo, y muchas, sino para expresar nuestra tristeza por su partida. Ernesto: gracias y nos vemos.
Syntagma Musicum
Datos del concierto PULSA AQUÍ
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