Syntagma Musicum



"Chi mi sente cantar"(Libro de laúd de Elisabeth von Hessen)


Fecha: 20 de agosto 19:00 hrs
Entrada liberada
Aula Magna USACH
Avda. Ecuador n.º 3659
Accesos: Metro Universidad de Santiago y Metro Estación Central, vereda norte
Informaciones: 718-2700 / 718-2703

*Concierto de Repetición

Viernes 22 de agosto, a las 14:00 hrs.
Sala de las Artes Víctor Jara
Av. Ecuador 3555 – Estación Central – Metro Usach
Entrada Liberada

El libro de laúd de Elisabeth von Hessen es un reciente hallazgo de una colección manuscrita que contiene 187 piezas para laúd y madrigales para voz sola. El manuscrito recopila piezas de finales del siglo XVI y comienzos del S. XVII, siendo en su mayoría transcripciones y adaptaciones de obras que pertenecen a los compositores Giulio Caccini, Enrico Radesca di Foggia y John Dowland entre otros.

Programa Concierto:

Intrada - Prelude

Con sorrisi cortesi

Courante

Fede giustificata

Ballett angloys

In me non è più vita

Volte

Donna gentil

Prelude

Chi mi sente cantar

Courante

Dono Fili, partendo

Courante – Finale

Integrantes Syntagma Musicum:

Alejandro Reyes (Dirección y Clavecín)

Gonzalo Cuadra (canto)

Julio Aravena (viola da gamba bajo)

Miguel Aliaga (viola da gamba bajo y soprano)

Hernán Muñoz (violín barroco)

Artista invitado:

Eduardo Figueroa (laúd de10 órdenes)

Escuela Flamenca



En Francia y Bélgica (entonces, Flandes) del siglo XV, se destacó un grupo de compositores en torno a Ockeghem. Es considerado el padre de una nueva escuela. Compuso canciones, motetes, misas y otras obras complejas que llegan a utilizar 36 voces en su Deo Gratias. Lo sigue Josquin Després (apodado Príncipe de la Música) quien compuso misas sobre textos y melodías profanos. Además de ellos, se destacan los nombres de Gombert (maestro de capilla de Carlos V de España), Adrián Willaert (fundió el arte nórdico con el estilo veneciano) y quien lo sucedió en el puesto de maestro de capilla de San Marcos... otro flamenco: Cipriano de Rore (uno de los primeros que utilizó el cromatismo en la polifonía vocal). Entre los holandeses encontramos creadores sobresalientes como Obrecht, Arcadelt y Verdelot. Los dos últimos residieron en Roma y Venecia. Al mismo tiempo, Francia brillaba con las creaciones sonoras de Jannequin y Claude Le Jeune, entre otros.
Misas
El viejo orden litúrgico de la misa renace en el siglo XV con varios tipos de acuerdo a la voz que entonaba el cantus firmus. Podían ser de discanto y de tenor, modalidad que armonizada a cuatro voces y se convirtió en la seña de identidad de la polifonía vocal franco-flamenca por ser uno de los primeros ciclos completos de esta forma musical una misa de Guillaume Dufay. En la segunda etapa, signada por la obra de Ockeghem, el cantus firmus se convirtió en una melodía popular de chanson, que apareció elulada y copiada en todas las voces. Hubo misas libres, sin cantus firmus o participación del autor. Luego, Josquin Després utilizó el cantus firmus como mero material que se desplazó entre diferentes voces, generando ciclos musicales como la Misa del hombre armado, en la que el cantus aparece en un tono más alto en cada movimiento.
Afinaciones

El do sostenido y el re bemol no eran la misma nota en los sistemas de afinación pitagórica del siglo XV. Esto originó el desarrollo de teclas duplicadas en órganos y clavecines. Otro motivo de controversia era la adecuación del texto a la melodía impresa, porque no siempre se correspondían una sílaba y una nota. Lanfranco y Zarlino, discípulo de Willaert y sucesor de Rore como maestro de capilla en San Marcos de Venecia, regularon la actuación de los editores e intérpretes al leer una partitura, por ejemplo, el modo en el que deben ponerse las figuras cantables bajo las palabras.

Música reservata

Término del siglo XVI que denominaba a unas técnicas compositivas que algunos no comprendían ni apreciaban del todo. Los maestros flamencos dominaban el mundo de la creación y ocupaban los principales cargos musicales. Eran creadores de estilo muy avanzado, dominaban las técnicas más elaboradas del contrapunto y el cromatismo, los ornamentos y los contrastes de ritmos y texturas. La música inició así una nueva época, reservada a los elegidos, mecenas, almas sensibles y bolsillos pudientes del mundo moderno. Según el holandés Samuel Quickelberg, el objetivo era "adecuar la música al significado de las palabras, expresar el poder de cada emoción diferente y tornar muy vividos los objetos del texto para que los mismos parezcan alzarse realmente ante nuestros ojos. A esta clase de música se la denomina "música reservata".

Barroco Francés



En Francia, entre Lully y Rameau, apareció una serie de compositores que cultivaron un arte operístico de tinte italiano. Por otro lado, los maestros de capilla seguían componiendo obras religiosas. Entre el final del siglo XVII y principios del XVIII los creadores que se destacaron fueron Charpentier, Colasse y Desmarets, que se exilió en España. Un creador brillante de la época, Campra, rechazó el estilo cargado de Lully proponiendo naturalidad a las óperas. Compuso también óperas-ballets como Las Fiestas Venecianas. Otros compositores de renombres fueron Michel Pinolet de Montéclair, André Cardinal Destouches, Gervais, Colin de Blamont y Mouret. Junto a la ópera, en Francia se reconoce la influencia de las cantatas italianas, a las que los compositores locales sumaron sus propias experiencias, canciones que dieron origen al vodevil como género. Esta forma musical evolucionó desde la música de cámara hasta alcanzar las dimensiones de un montaje operístico.

Ópera cómica

Es uno de los principales aportes franceses al género operístico. Proviene de la ópera bufa italiana y fue estimulada por ella. Su origen nos lleva a la Feria de Saint-Germain que, en Carnaval, presentaba los espectáculos más elitistas de la época. Frente al éxito de obras como La sierva patrona de Pergolesi, Philidor desorienta a los seguidores con una ópera cómica (Blas el remendón) a la que siguieron otros aciertos. Monsigny, autor de El Rey y el granjero y El desertor fue uno de sus contemporáneos. Otro destacado del género fue André Modeste Grétry, de apodo el Pergolesi francés, autor de un extenso catálogo de óperas cómicas, entre las que destacamos El Hurón y Ricardo Corazón de León.

El Barroco en Italia




En el siglo XVIII, los compositores italianos desarrollaron tanto la ópera como la música sacra. Así como la cantata italiana se parecía a una ópera de concierto, la ópera se convirtió en una especie de cantata escenificada. La producción creció sin límites y con cada representación se renovó el interés por un género del que no existía un repertorio a repetir en varias ciudades (como sucedió en los inicios de la ópera), porque los teatros insistían con montar novedades. Por eso se valoraba mucho a los compositores prolíficos, capaces de crear tres o cuatro óperas por año. Para ello, utilizaban música compuestas con anterioridad y les daban un texto nuevo. Era mínima la armonización, casi no existía la polifonía y abundaba la improvisación, aunque resaltando el bel canto de divos y divas. Los textos fueron banalizados y, a pesar de su decadencia, la ópera italiana conquistó Europa.

Compositores italianos del siglo XVIII

En el siglo XVIII sonaron los nombres de creadores musicales como Lotti, discípulo de Legrenzi y adscrito a la escuela veneciana descendiente de Alessandro Scarlatti, que compuso óperas y música religiosa trabajando para el príncipe elector de Sajonia. Otro destacado fue el del veneciano Antonio Caldara, autor de óperas, música religiosa e instrumental. También Benedetto Marcello, autor de obras religiosas e instrumentales. La escuela napolitana continuó la obra de Pier Francesco Cavalli y cuenta en su haber con nombres valiosos como Francesco Durante, autor de música religiosa; Niccola Antonio Porpora, que trajo al famoso castrato Farinelli a la corte de Fernando VI de España; y Leonardo Leo, veneciano pero residente en Nápoles. Asimismo, se destacaron en la época el boloñés Padre Martini, uno de los primeros historiadores de la música, y Steffani, que difundió el arte escénico italiano en Alemania.

Música de Cámara

A fines del siglo XVII, el centro italiano de música de cámara por excelencia era Bolonia, donde se destacó la labor creativa de Maurizio Cazzati, autor de primitivas sonatas para violín y continuo. Allí también surgió Arcangelo Corelli, que mudó su interés camerístico al cenáculo de compositores romanos. Corelli se destacó sobre todo como autor de sonatas en trío y para solista que sirvieron de referente para desarrollos posteriores. Tenían mucha improvisación, con arreglos muy complejos: desde fórmulas melódicas como los trinos, apoyaturas y mordentes, hasta escalas y arpegios, más numerosos cuanto más lento era el tempo de la pieza.

Música instrumental

La obra de Corelli marca el origen de la música instrumental del XVIII , pero adquiere todo el brillo con Vivaldi, el pelirrojo sacerdote que residió en Mantua y después dirigió el conservatorio de la Piedad en Venecia. Le siguieron otros nombres importantes como Geminiani y Veracini que llevaron la música de violín italiana a Inglaterra. Por su parte, Locatelli (alumno de Corelli) se instaló en Amsterdam. Al mismo tiempo, el genio creador de Tartini, autor de casi 60 sonatas de violín y varios concerti grossi, deslumbraba en Padua. Nardini, Pugnani y otros célebres compositores e intérpretes de violoncello también partieron de Italia a Londres como Bononcini y Dall' Abaco, actuando en la corte de Munich. Y el órgano contó con el aporte invaluable de Domenico Scarlatti.